Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a
mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Prov. 8:34.
EI versículo de hoy sugiere muchos cuadros alegóricos. Podemos imaginar un grupo
de estudiantes que están en la puerta del colegio, bien temprano, esperando a
que las puertas todavía cerradas se abran y llegue el profesor.
Podemos
imaginar también a un comerciante que abre su tienda el primer día y queda en
la puerta, ansioso, esperando la llegada del primer cliente. O podemos también
pensar en el cuadro de una novia ansiosa, esperando la llegada del novio que
viene a visitada. La verdad es que lo que el escritor bíblico quiere destacar
es la necesidad de buscar la sabiduría divina. Ese es el secreto para saber
vivir. Nadie tiene posibilidades de vencer sin sabiduría.
"Bienaventurado
el hombre que me escucha", afirma Dios. Es una pena que el ser humano esté
dispuesto a oír a todos, menos a Dios. Conozco personas que solo pusieron su
mirada en dirección a Dios cuando todos los caminos humanos fallaron.
Es
impresionante la cantidad de libros de autoayuda que inundan las librerías. Son
libros que hablan de soluciones humanas para las necesidades humanas. Pero Dios
reafirma: "Bienaventurado el hombre que me escucha". ¿Cómo se hace
eso? "Aguardando a los postes de mis puertas", aguardando en el
umbral de mi puerta. Buscándolo permanentemente.
No
hay mejor manera de comenzar el día que dedicando un momento para estar con
Dios, orando, estudiante su Palabra y meditando. En esas horas a solas con Dios
es donde el ser humano sale fortalecido para enfrentar los desafíos de la vida.
En esas horas es cuando el dolor disminuye, y las heridas dejan de sangrar, y
es en esas horas cuando la penumbra desaparece y la luz de la sabiduría divina
llega trayendo el consejo oportuno con relación a las decisiones
trascendentales que tenemos que tomar.
Espera
al Señor Jesús como el alumno espera al profesor, o como el novio espera a la
novia. En las primeras horas de la mañana quédate ahí esperando, ansioso, y
verás que Jesús toca a la puerta de tu corazón pidiéndote permiso para entrar y
tomar el control de tu vida.
Hoy
puede ser el gran día del cambio en tu vida. No olvides las palabras de Dios:
"Bienaventurado el hombre que me oye, y vela a mis puertas día tras día,
aguardando en el umbral de mi entrada".
Por el Pastor Alejandro Bullón
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